No nos une el amor sino el hambre.
Hambre por conocer, por búsqueda de origen, de inicio, de explicación. Somos filósofos
del saber gastronómico, inquisidores de los inicios de los ingredientes, los
sabores, los aromas. Sí, nos gusta cocinar. Sí, nos gusta comer y beber. Pero más nos interesa la historia detrás de cada producto. La cadena de consecuencias que nacen a partir del primer fuego que el hombre empleó para divertir a su paladar. Damos un giro a la ruta de la civilización en función de lo que hemos comido y bebido.
Somos gastrósofos.
Somos gastrósofos.